El interior peninsular y la cornisa cantábrica, más concretamente, las capitales de provincia de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Asturias, Extremadura y Cantabria, tienen cada vez más dificultades para retener a los jóvenes locales en el territorio, sobre todo a los más preparados. Castilla y León es la comunidad autónoma más perjudicada, con una tasa neta anual negativa de -13,4‰ en las capitales de provincia, -9,25‰ en el conglomerado de los municipios urbanos restantes y -9,63‰ en el medio rural.
Los datos publicados por el Centre d’Estudis Demogràfics de la Universitat Autònoma de Barcelona inciden en que entre el 45% y el 55% de los jóvenes que se marchan de estos territorios tienen estudios universitarios, frente al 30-35 % de los sedentarios. Madrid, por el contrario, se sitúa como el principal polo de atracción del talento procedente de otras partes de España. Un 38,7% de los movimientos interregionales, 48.505, llegan o parten de la Comunidad de Madrid, con 29.320 entradas al año, 19.185 salidas y un flujo neto positivo de 10.135 jóvenes, el más elevado de todo el conjunto nacional.
¿Qué está ocurriendo?
Lo que se observa en los datos es una dinámica inherente a los procesos de globalización que tienden a concentrar capital, actividades de alto valor añadido y población muy educada en unas pocas ciudades globales, como es el caso de Madrid. En el otro extremo se va a situar las ciudades pequeñas e intermedias del tejido urbano español que han quedado al margen de grandes inversiones de capital, tanto nacional como internacional, y no han sido capaces de crear una economía basada en nuevas tecnologías aprovechando el capital humano endógeno.
Los jóvenes se desplazan inicialmente a las capitales provinciales de su comunidad para estudiar o incorporarse al mercado laboral, y posteriormente emigran hacia ámbitos urbanos de mayor entidad. Únicamente en Madrid y Cataluña, a las que se suma Murcia, los inmigrantes tienen un nivel educativo más alto que los emigrantes. En la Comunidad de Madrid, el 64,9% de los jóvenes procedentes de otras regiones tienen estudios universitarios y el 30,1% del colectivo emigrado.
Madrid estaría recibiendo por tanto a los jóvenes más preparados de toda España a la par que expulsa jóvenes sin estudios universitarios hacia lugares más baratos para vivir. Una tendencia que deja un territorio español cada vez más polarizado.
Fuente: Centre d’Estudis Demogràfics y Departamento de Geografía, Universitat Autònoma de Barcelona.