El embarazo adolescente en República Dominicana es una problemática compleja y de alta preocupación en la agenda nacional. Los datos oficiales disponibles indican que el 22% de los nacimientos son de adolescentes. Esta tasa es un tercio más alta que el promedio de los países de América Latina y el Caribe.
Los resultados del Informe Nacional de Desarrollo Humano (INDH 2017) elaborado por el PNUD, reafirman que existe un vínculo entre la pobreza y el embarazo adolescente, del que se derivan impactos adicionales que retardan el progreso multidimensional de los y las jóvenes en áreas como logros educativos, formación e inserción laboral, salud sexual y reproductiva, expectativas y planes de vida, etc.
La investigación se ha centrado en analizar las diferencias registradas en indicadores clave para el bienestar, entre las mujeres que fueron madres en la adolescencia y aquellas que postergaron el embarazo para una etapa posterior. Tales diferencias serán conceptualizadas por el PNUD como el “costo de oportunidad para el desarrollo humano” de tener un embarazo en la adolescencia.
Para realizar la tarea anterior se llevó a cabo una investigación cuantitativa a una muestra de 661 hogares, entrevistando a un total de 3.017 personas. Los hogares se dividieron en dos grupos, uno integrado por hogares donde habitan mujeres que tuvieron su primer embarazo entre los 12 y los 19 años (80% de la población encuestada); el otro compuesto por hogares donde habitan mujeres cuyo primer embarazo ocurrió entre los 20 y 30 años (20% de la población encuestada). La investigación se realizó en los 27 municipios de República Dominicana con los índices más elevados de embarazo adolescente y mayor incidencia de la pobreza.
La estimación del costo de oportunidad de tener un embarazo en la adolescencia incluye variables relacionadas con la educación, la salud, el empleo … pero también las responsabilidades de los padres biológicos, seguridad alimentaria en el hogar o discriminación y abuso sufrido durante el primer año de embarazo. Dichas variables se agruparán en 4 categorías de privación: capacidades; empoderamiento y agencia; vida digna y derechos; inversión social e infraestructura. Lo que representa una aproximación multidemensional, asociada a las oportunidades para el desarrollo humano a lo largo del ciclo de vida.
Resultados relacionados con la educación:
- Las mujeres que postergaron su primer embarazo hasta los 20 años o más, han logrado alcanzar el nivel universitario en mayor proporción (73%) que aquellas que se embarazaron en la adolescencia (34%).
- Las mujeres matriculadas en escuelas públicas tienen una probabilidad siete veces mayor de quedar embarazadas, en comparación con las matriculadas en otros centros educativos.
- Cuando la pareja adolescente alcanza el nivel educativo universitario, se reduce en 75% la posibilidad de embarazo adolescente.
Resultados relacionados con los ingresos y el mercado laboral
- El ingreso de los hogares donde no se registra embarazo en la adolescencia es 51% superior al de los hogares en donde alguna mujer fue madre en la adolescencia.
- Las adolescentes embarazadas tienen una participación laboral más precaria, con mayor probabilidad de carecer de beneficios laborales tales como seguro de salud, planes de pensiones o seguros de vida.
Resultados relacionados con la discriminación y el abuso
- Durante su primer embarazo, el 16% de las mujeres adolescentes fue objeto de maltrato físico o verbal; en el caso de aquellas mujeres cuyo primer embarazo fue posterior el porcentaje se reduce a un 8%.
Resultados relacionados con la vivienda y el hogar
- La investigación demuestra que las mujeres que se embarazaron en la adolescencia tienen menos oportunidades de acceso a la tecnología y a la provisión de servicios básicos de suma importancia, como el acceso al agua potable para uso doméstico.
El informe indica, no obstante, que las consecuencias de embarazo adolescente no son irreversibles. En este sentido se refuerza la necesidad de adoptar políticas multidimensionales que les permitan a las mujeres acumular capacidades y habilidades, para prevenir el embarazo a temprana edad y construir resiliencia para las que ya son madres. Esto supondría combinar de manera coherente políticas relacionadas con la educación, salud, vivienda, empleo, documentación y sistemas de cuidado.
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