Las culturas juvenil y digital no existen como algo independiente de una cultura más amplia, existe una inter-dependencia entre ambas que responde –entre otras- a la lógica del mercado y la publicidad de los productos de consumo dirigidos al sector juvenil. Esto es algo de lo que hemos hablado en los anteriores Informes Jóvenes españoles de SM (2005 y 2010) en los capítulos sobre valores, relaciones sociales, ocio y consumo, así como de forma más reciente lo ha hecho Juan González Anleo en otras publicaciones afines a éstos (“Consumidores consumidos” y “Generación Selfie”). Aquí querríamos plantear:
¿Hasta qué punto esa cultura juvenil se puede explicar en relación al uso y la presencia de las TIC en la vida cotidiana de los jóvenes?
Cultura juvenil y cultura digital
Para acercarnos a este breve análisis empezaremos por aclarar dos conceptos clave: cultura juvenil y cultura digital.
El concepto de cultura juvenil se encuentra asociado a la forma en que los jóvenes “hacen suya” o reinterpretan esa cultura más amplia en la que viven, para ir definiendo ciertos estilos de vida y rasgos de identidad – muchos de ellos relacionados con su tiempo libre y ocio-, un cierto lenguaje y estéticas con sus códigos propios, así como a otras de formas de expresión e incluso de creatividad artística o científica propios.
Con cultura digital nos estamos refiriendo a todas las formas de comunicación, expresión (individual y colectiva), consumo y participación cívica e institucional, que se realizan mediante la utilización de tecnologías digitales. Desde las vanguardias artísticas y científicas hasta la gestión burocrática (impuestos, sanciones administrativas, etc.); desde la comunicación con amigos y familiares a través de tecnologías digitales como WhatsUp o Skype, hasta el acceso y uso de todo tipo de información y contenidos audiovisuales existentes en internet (hoy al alcance de casi toda la población). Por eso sería mejor quizás hablar de culturas digitales en plural, puesto que engloba ámbitos sociales muy diversos y a veces lejanos e inconexos entre sí.
En los debates y conferencias sobre cultura digital se pueden encontrar temas tan diversos como: creatividad y educación, arte post internet, literatura, música, artes plásticas y escénicas, cine, arte digital (net art) y videojuegos[i], pero también sobre la interrelación entre ciencia e Internet o entre la política e Internet. En el contexto de estos mismos debates existen a su vez dos perspectivas sociológicas diferenciadas para explicar e interpretar la cultura digital. La primera explica e interpreta la cultura digital desde el determinismo tecnológico y, la segunda, hará hincapié en la construcción social de las tecnologías.
Determinismo tecnológico
Para el determinismo tecnológico la cultura digital e Internet tienen un profundo impacto en las vidas de los niños y jóvenes generando nuevos patrones de expresión, comunicación y motivación. Desde este enfoque, la tecnología es vista como un factor independiente que influye en los cambios sociales[ii]. Empleando etiquetas para describir a estos jóvenes como “nativos digitales”, “millenials” o “generación-Red” (Net-generation). Agrupa con ellas a los que han crecido al mismo tiempo que se expandía el acceso y uso de Internet, en un entorno en que les rodeaba una diversidad de medios digitales (ordenadores, smartphones, videojuegos online), comunicándose con sus amigos habitualmente con medios electrónicos. Son jóvenes que acceden y crean espacios digitales para su interacción social, para expresar sus identidades y para consumir y producir contenidos en estos medios.
A medida que en los hogares comunes se consumen y van acumulando más medios tecnológicos (teléfonos celulares, reproductores de MP3, videoconsolas y ordenadores personales), una parte de estos aparatos ha ido pasando del espacio público en la casa (salón, cuarto de televisión), al espacio privado de los dormitorios, donde es habitual que los adolescentes acumulen aparatos que van heredando cuando la familia moderniza los que tiene o incluso comprados específicamente para ellos. Por eso los expertos hablan de una cultura digital del dormitorio que facilita el acceso de los chicos a estos medios sin una supervisión parental que la limite[iii].
En resumen, en esta corriente del debate los expertos toman la tecnología como un elemento causal que incide sobre las prácticas sociales, la organización social y la misma cultura, independientemente de la “deseabilidad social” que esos cambios puedan tener.
Construcción social de las tecnologías
Desde el enfoque de la construcción social de las tecnologías, encontramos que éstas se situarán en el contexto de una cultura más amplia, explicando cómo las TIC no son únicamente fuerzas que homogeneízan a los jóvenes dentro de un colectivo social uniforme. Como grupo que accede a estas tecnologías, los jóvenes mostrarán distintos grados de acceso, diferentes habilidades en su uso y también diferentes significados y sentido al uso de cada una de estas tecnologías.
No se trata de negar que las TIC tienen un impacto social, sino de destacar que como elementos tecnológicos son productos sociales que conllevan ciertas metas, estructuras sociales y diferente relaciones de poder, algo que nos recordaba muy bien el aforismo scientia potentia est (“knowledge is power” o lo que es lo mismo, “el conocimiento es poder”), atribuido a Sir Francis Bacon, aunque dicha frase aparece por primera en el Leviathan de Hobbes (1951).
Un enfoque demasiado determinista como el explicado antes, puede estar ignorando o dando poca importancia a las condiciones materiales y sociales del entorno en el que estas tecnologías están operando, por ejemplo, las redes sociales (Facebook, MySpace, etc.), los sitios de blogs, Youtube, los contenidos que difunden los famosos youtubers o los sitios para compartir videos (Vimeo) y fotos (Picasa, Flickr, Google Photo, etc.). Unos espacios que, además, pertenecen a empresas comerciales que tienen a los jóvenes entre sus objetivos e intentan amoldarse a sus patrones de consumo.
Internet como forma de Cultura y como Producto Cultural
Las discrepancias entre los dos enfoques anteriores se pueden salvar en buena parte definiendo mejor el objeto de estudio, algo de lo que probablemente muchos de los argumentos que encontramos adolecen. Definiendo Internet como una forma de cultura y, a la vez, como un producto cultural, contamos con dos planos de análisis diferentes y complementarios, aunque no contradictorios.
Definir Internet como Cultura significa reconocer que en la red existe un espacio social en sí mismo, que comparte características con otros espacios sociales externos a ella, pero que también da lugar a actividades y relaciones sociales online que llegan a alcanzar cierta independencia de aquellas que las personas realizan en su vida offline.
Se puede estudiar lo que hacen las personas en este “mundo virtual”, para desvelar reglas, normas y patrones de comportamiento propios o específicos de ese mundo virtual, sin necesidad de explicarlos en función de las reglas, normas y valores sociales predominantes en la cultura en general.
La creación de perfiles o identidades de los usuarios en las redes tienden a reflejar una realidad “paralela”, en la que se mejoran ciertos aspectos de la identidad real, se cambian rasgos de identidad adscritos o prescritos por la sociedad. Dando lugar a unas identidades (a veces imaginarias) pero que no dejan de ser reales en sus relaciones y comunicaciones virtuales, incluso en las serias consecuencias que éstas pueden tener. Internet en este sentido es un canal de comunicación que crea nuevas formas de relaciones sociales, en la que los lazos que unen a las personas no necesariamente están unidos a una interacción directa cara-a-cara. Esto es, pueden romper barreras de espacio y tiempo en ese universo online, para una comunicación de conciencia a conciencia.
En esta línea pueden existir relaciones con bastante intimidad y riqueza, libres de los condicionantes a los que pueden estar sujetas las relaciones de persona a persona.
Viendo Internet como un artefacto o producto cultural, inmerso en un contexto social más amplio, la red sería dependiente de las construcciones culturales, de las experiencias subjetivas e imaginarias, de las estructuras y lógicas económicas y, en definitiva, de todos los sistemas en los que vivimos y actuamos. Desde este punto de vista, se salvarían las diferencias entre el determinismo tecnológico y el de la construcción social de la tecnología.
Los estudios realizados desde este enfoque sobre los jóvenes y la cultura digital son muy interesantes y señalan importantes hallazgos, por ejemplo:
- Las desigualdades sociales crean barreras o restricciones en el acceso de los jóvenes a las redes y a los recursos de Internet, pero el aprovechamiento de los mismos puede generar grandes ventajas y oportunidades.
- Los jóvenes utilizan los mensajes instantáneos (Messenger, WhatsUp, etc.) para mantener el contacto con personas con las que tienen lazos sociales importantes y cercanía en el trato. El principal uso que los jóvenes hacen de internet responde a propósitos sociales, comunicándose con su grupo de amigos y familiares, manteniendo conversaciones informales y socializando de una manera diferente.
- Internet más que generar un mundo virtual con características propias, estaría reflejando las condiciones que ya existen en la sociedad, haciendo lo que siempre se hacía pero con nuevos medios.
En conclusión, para ayudar y comprender a los jóvenes dentro de esta cultura digital, los adultos debemos tratar de entender de forma más amplia esos espacios culturales y medios de comunicación que facilitan los medios digitales y las redes. Es necesario que entendamos las necesidades que tienen los jóvenes a la hora de comunicarse y acceder a contenidos diversos (estudio, ocio, cultura y arte, deportes, actualidad) .Y, por encima de todo, hay que enseñar a los jóvenes a dar una dimensión adecuada a la importancia de esos medios en su vida y en sus relaciones sociales.
La adolescencia y juventud son fases en las que formar relaciones propias y mantenerlas se convierte en algo fundamental. Se trata de una etapa de la vida en la que es especialmente importante expandir su grupo social más allá de la familia, aprender a cooperar con sus semejantes y entrenar sus habilidades socio-emocionales para mantener relaciones valiosas que perduren en el tiempo.
Finalmente, la interacción de los jóvenes con todos estos medios digitales puede estar impulsando ciertas habilidades y potenciales de los jóvenes, como por ejemplo el trabajo en equipo, la creatividad aplicada a contenidos audiovisuales, la capacidad de gestionar multiples tareas a un mismo tiempo (multitasking), su capacidad de expresión libre y aumentando el alcance de sus aportaciones, entre otras. Pero quizás este sería un tema para tratar en una próxima aportación a Descifrar la juventud.
Autor: José A. López-Ruiz
Notas
[i] El lector interesado puede ver los contenidos presentados en el ciclo de debates y conferencias Cultura17 ofrecido por Radio 3 y el Museo Nacional del Prado en Cultura17, se trata de la tercera edición de un ciclo anual sobre “cultura digital” (anteriores Cultura15, Cultura16): http://www.rtve.es/radio/radio3/cultura17/.
[ii] Bruce Bimber (1994), “Three Faces of Technological Determinism”, en Does Technology Dirve History?: The Dilema of Tecnological Determinism, Merritt Roe Smith y Leo Marx (eds.) p.79-100. Cambridge, EEUU, MIT Press.
[iii] Sonia Livingston, Leen d’Haenens y Uwe Hasebrink (2001), “Childhood ins Europe: Contexts for Comparison”, en Children and their Changing Media Environment: A European Comparative Study, Sonia Livingstone y Moria Bovill (eds.) p.3-31. Lawrence Erlbaum Associates, Londres.