El Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud es el responsable de la publicación en dos volúmenes del estudio Jóvenes y Valores I y II. Como en versiones anteriores (FAD 2001 y 2010), analizan el sistema de valores respecto a la vida y a sí mismos de los jóvenes españoles, tratando de entender aquellos elementos que marcan su periodo vital, cómo se perciben, qué les preocupa sobre sí mismos y sobre el conjunto de la sociedad.
El primer volumen se basa en una encuesta domiciliaria a una muestra de jóvenes españoles entre los 15 y 24 años, en donde se analizan sus respuestas en relación a una serie de valores:
Valores finalistas que son los que construyen el marco de referencia para la conducta personal, como por ejemplo: tener unas buenas relaciones familiares, ganar dinero, tener éxito en el trabajo, etc. Valores morales como la adopción de hijos por homosexuales, que exista libertad total para abortar, que se ayude a morir a los enfermos graves que lo pidan o hacer trampa en exámenes u oposiciones. O por ejemplo, los valores que subyacen en la selección de finalidades a las que hay que aplicar unos recursos escasos (o a las que se puede privar de ellos). Acciones como mejorar la sanidad y educación públicas, ayudar a los países pobres o la atención a los alcohólicos y toxicómanos.
Además uno de los objetivos centrales del estudio fue la elaboración de una tipología de jóvenes españoles en función de sus valores. El resultado reflejó cinco grupos o tipos juveniles.
- Conservadores por la integración 22,1 %
- Despreocupados por lo ajeno. instalados en el presente 28,2 %
- Rebeldes, con causa. Un tanto confusos 21,0 %
- Incívicos despreocupados. Los que sostienen el tópico 14,4 %
- Conservadores altruistas. Escasos recursos y religiosos 8,0 %
- No clasificados 6,3%
En opinión de los autores, tres grupos (conservadores por la integración, conservadores altruistas y rebeldes con causa, con un porcentaje acumulado del 51,1%) se podrían situar en el polo de un cierto compromiso, de una actitud proactiva. Mientras que en el polo contrario se situarían dos grupos (despreocupados por lo ajeno e incívicos despreocupados, acumulando el 42,6%).
Además de lo anterior, tres de los grupos (despreocupados por lo ajeno, incívicos despreocupados y conservadores altruistas, el 50,6% acumulado) se decantan hacia el polo de lo tradicional, del inmovilismo. Los otros dos (conservadores por la integración y rebeldes con causa, 43,1%) se sitúa en el espacio del cambio, de la modernidad.
El segundo volumen busca profundizar en el análisis de los valores de los jóvenes españoles y complementar los resultados de la publicación anterior. Se realizaron ocho grupos de discusión con el objetivo de analizar el discurso dominante juvenil sobre sus valores, en toda su complejidad y matices. En este sentido, las discusiones giraron en torno a tres grandes dimensiones: los efectos de la crisis económica; el sentimiento de clase, política y tecnología; y su visión hacia el futuro.
El autor concluye que se pueden establecer cinco claves del discurso juvenil:
- Visión muy crítica del contexto social: Los jóvenes españoles describen el presente como inestable, incierto e injusto. Especulan con una inmadurez casi “congénita” del carácter español. Responsabilizan de la situación, sobre todo, a los adultos. Se sienten engañados y desconfían del sistema.
- Un nuevo escenario político: Se perfila una forma de entender la política como reacción ante cosas que preocupan, más allá de una posición global de adscripción ideológica. Surgen actitudes más implicadas, más abiertas a la participación colectiva, que trascienden la concepción de que “la política es cosa de los políticos”.
- Un entorno tecnológico revolucionario: Las nuevas tecnologías redefinen la forma de relacionarse y socializarse. Afectan a determinados valores como la autonomía o la privacidad.
- Dos vías para enfrentar el futuro: Frente a todo ello, los jóvenes plantean dos vías de enfrentamiento: La normalizada que, aunque desde la desconfianza, trata de usar los recursos históricos; y la alternativa, que busca modelos sociales que sustituyan al, inservible, actual.
Con respecto a la primera, los jóvenes definieron su presente de forma tan negativa que lo describen poniendo énfasis en los contravalores: inestabilidad, incertidumbre, injusticia e inmadurez con respecto a una sociedad que no supo autocontrolarse. La crisis también ha propiciado una reflexión en la manera en que los jóvenes ven la política: crecen en las actitudes más implicadas, más abiertas a la participación colectiva, funcionando con adhesiones frente a los problemas; sin “cheques en blanco” ; y en formas directas de participación.
Finalmente y como un resultado muy interesante, cabe mencionar que independientemente de la vía que los jóvenes decidan seguir para enfrentar el futuro, existe una serie de valores en cuya necesidad coinciden casi todos: esfuerzo, rebeldía, formación, responsabilidad y aprendizaje de los valores.
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