Hacer a los jóvenes protagonistas de su propia vida y del cambio social, es el principio que orienta a la Juventud Obrera Cristiana (JOC), un movimiento de largo recorrido en España que trabaja acompañando a los jóvenes de clase trabajadora que más sufren las situaciones de discriminación y exclusión social.
La inestabilidad estructural, la precariedad laboral, las barreras de acceso a la educación y la cultura, son los principales condicionantes que impiden a estos jóvenes desarrollar sus proyectos de vida. Desde la JOC entienden que el camino para revertir estos condicionantes pasa necesariamente por la acción colectiva.
La JOC realiza su trabajo en la calle, en los barrios, institutos y parroquias, se centran fundamentalmente en jóvenes de familias trabajadoras y su objetivo fundamental consiste en dotar a tales jóvenes de herramientas y habilidades que les permitan desarrollar una conciencia crítica y una idea de comunidad transformadora.
Un ejemplo de lo anterior puede ser su campaña RelaciónARTE con la que tratan de impulsar una reflexión sobre los patrones de género y el tipo de relaciones que los jóvenes mantienen a través de las redes sociales. Tal y como nos explican, se trata de descubrir si son relaciones de poder y dominación, como pretenden los intereses de la sociedad capitalista patriarcal o son, tal como Jesús de Nazaret propone, de justicia y cuidados.
La JOC es un movimiento de inspiración eclesial pero tal y como ellos apuntan, viven desde la frescura y la novedad del evangelio que les permite tener signos de esperanza para los demás, haciendo posible las relaciones entre personas libres, capaces de acoger la diversidad en las diferentes formas de ser y de vivir. Es por ello que su aproximación a los jóvenes no se basa en dar lecciones, sino en la escucha, el acompañamiento y la confianza para que se conviertan en protagonistas de su propia vida y del cambio social que nos permite a todos desarrollarnos como personas.
Los miembros de las JOC destacan de su experiencia de participación: el sentirse reconocidos/as y valorados/as por sus diferentes capacidades, el sentimiento de comunidad y un cambio en la forma de afrontar los problemas desde la empatía y la solidaridad. Desde su experiencia también animan a otros jóvenes a emprender diferentes iniciativas de cambio y a representar un papel protagonista con respecto a los principales problemas que afectan a la juventud.