La Juventud es una categoría social sobre la cual que se ciernen idealizaciones y distorsiones. Quizás ambos sustantivos dialogan entre sí, ya que idealizar es también una forma de distorsionar.
Si la cultura explica un conjunto de modos de vivir y pensar cultivados de manera colectiva, lo que estaría asociado tanto a la formación de los sujetos como a su inserción en la vida comunitaria –en el ambiente social e histórico en el que están inscritos–, podemos suponer que tanto las idealizaciones como las distorsiones relacionadas con la condición juvenil se relacionan con las formas en que los diferentes grupos sociales entienden el «estilo de vida» de esta fracción de la población, que se conecta tanto por marcadores como la condición de clase, la banda etaria, el género y el origen étnico, como por sus formas singulares de concebir la transición de los ciclos de la vida.
Pensando en la cultura y su consecuente impacto en los proyectos de vida de los jóvenes estudiantes de secundaria, llegué, en 2016, a la Universidad de Lisboa, bajo la orientación del profesor José Machado Pais, para llevar a cabo mis estudios posdoctorales. Me dediqué a este proyecto durante dos semestres, cuyo proceso y resultados comparto aquí, en breves líneas, aunque los datos también se pueden consultar en mi trabajo más reciente, ya en la segunda edición, Cartografias da condição juvenil.
La pasantía postdoctoral partió de una investigación con un enfoque etnográfico multilocal, una modalidad ampliamente discutida por el investigador y antropólogo estadounidense George Marcus, con jóvenes estudiantes de Goiânia, Lisboa y Madrid. Primero, vale la pena mencionar que el estudio implicó contactos difíciles con instituciones educativas en Portugal y España, lo que consideramos se debe a diversos factores, como el exceso de exigencias por parte de las escuelas, lo que generaría una aparente falta de interés en atender a los investigadores, e incluso una debilidad de mi red de relaciones académicas en estos dos países, lo que exigió un tiempo prolongado de «contactos iniciales» con las escuelas y, en consecuencia, una disminución del tiempo de trabajo con los jóvenes.
El trabajo de campo tuvo lugar en la primera mitad de 2017 y, con respecto a los resultados, al investigar los aspectos que involucran el proyecto de vida y las expectativas del futuro de los jóvenes de las clases populares de estos tres países, inicialmente identificamos que la condición de clase es un factor relevante, ya que la escasez de orden económico-financiero y cultural y la consiguiente vulnerabilidad sostenida por la insuficiencia de las políticas públicas, en sus respectivos países (aunque con mayor énfasis en Brasil), se mencionaron como desafíos que involucran la construcción de un horizonte deseado.
Frases como «Estoy ahorrando para pagar mis estudios» (Portugal); «Necesito trabajar (…) es triste pensar que no voy a seguir el curso que quiero» (España); “Las bajas inversiones del gobierno [en educación] son desalentadoras” (Brasil), llaman la atención por revelar la idea de un camino largo y complejo entre la educación básica, el acceso a la educación superior y el trabajo calificado, aspectos que conforman el proyecto de vida de los jóvenes encuestados.
En este sentido, observamos que hay elementos cruciales en el universo de los jóvenes estudiantes que asocian la condición de clase a los proyectos futuros, como lo señalan diversos investigadores de las Ciencias Sociales y Humanas. Esto nos parece un punto donde existe un común acuerdo, pero, como señala Dubet (2014), si el impacto de los problemas económicos y sus consecuencias políticas y sociales revelan fisuras en el mito de la evolución social armoniosa, es necesario intentar transponer el modelo clásico de análisis de la situación social, en que el reconocimiento de la importancia dada a la experiencia, a lo vivido, llegaría a representar una nueva forma de componer la realidad, cuyos sentidos y significados agregados le darían una validez singular.
Aunque la gran mayoría de los jóvenes encuestados (más del 80% en los tres países) respondieron afirmativamente con respecto a tener un proyecto de vida a mediano y largo plazo, encontramos distinciones y similitudes en los aspectos que conforman ese horizonte imaginado: los jóvenes portugueses aspiran a «vivir/estudiar en otro país»; «ingresar a la universidad»; «conseguir un trabajo estable»; «encontrar a alguien» y «busca la independencia». Los jóvenes españoles esperan «ingresar a la universidad»; «estudiar y trabajar en lo que me gusta»; «formar una pareja estable»; «tener un trabajo estable» y «trabajar y salir de casa». A su vez, los jóvenes brasileños pretenden «ingresar a la universidad»; «tratar de seguir una carrera en las fuerzas armadas»; “graduarse [educación superior] y tener un trabajo estable” y “poder mantenerse”.
Si, de acuerdo con Simmel (2006), la lectura de un microuniverso puede revelar configuraciones y demandas a nivel macro, los estudios de caso, que en esta investigación tienen una modalidad multicultural, nos permiten comprender lógicas de actuación de los jóvenes que pueden llegar a transponer el universo investigado. Entre ellas, observamos la adaptación (cuando se encuentran con lo que llaman «destino natural», que implica aspectos como la formación de una familia, el trabajo precoz o dificultades financieras como una realidad diaria); la superación (cuando dicen que creen que la calificación profesional les dará la independencia que desean a través del trabajo, aunque sea duro) y el distanciamiento (cuando revelan que no piensan en el futuro, lidian con las demandas diarias que alejan su cotidianidad compleja de la idea del período de «moratoria social», típico de la juventud, según algunos autores).
A lo largo de la investigación, pudimos observar que la palabra «lucha» estuvo presente en los discursos de los jóvenes en diferentes países, aunque para los jóvenes brasileños, el significado de la lucha parece ser el de una guerra sin ganadores, haciéndoles creer, en cierta medida, en un veto al futuro, dada la insuficiencia del Estado en proporcionar condiciones mínimas para el disfrute de los derechos sociales, como la educación (con valor agregado científico-social) y el trabajo (no precario).
Avanzando hacia las conclusiones, pudimos observar que la escuela, una importante institución socializadora, no parece reaccionar a la lógica de la percepción de los jóvenes asociada con la distorsión de su condición. La experiencia de la investigación nos llevó a confirmar la idea (ver Castilho, 2011) de que el compromiso principal de estas instituciones educativas formales comprende la ocupación del tiempo libre de los jóvenes a fin de garantizar un cierto «orden institucional», que, considero, además de un error, una limitación seria dada, entre otras justificaciones, tanto por el apego a un conservadurismo estéril, observado más fuertemente en sus gestores, como por el «desencanto» observado en una parte considerable de los docentes, quienes comentan sentirse derrotados, a veces por la precariedad de las condiciones para llevar a cabo su oficio, otras por la pérdida de capital simbólico alimentada, entre otros aspectos, por el colapso paradigmático del papel de las instituciones socializadoras. Esto para referirse solamente a dos segmentos de la comunidad educativa, ya que la escuela toca esta discusión de forma superficial y, por lo tanto, no es su objeto de estudio.
El trabajo, que es objeto de cuestionamientos en cuanto a su estado en la actualidad, todavía parece mantener un valor imaginario para una gran parte de la población económicamente activa, a pesar del desgaste de las relaciones sociales y los cambios en su estructura, como consecuencia de las intensas transformaciones en el escenario económico global. Para los jóvenes de las clases populares, cuya entrada temprana en el mercado laboral es una realidad conocida por los investigadores, el entorno laboral es, como nos dice Pais (2005), la expresión de la precariedad, tanto debido a particularidades vinculadas a los grupos sociales y de origen, como a un cierto «espíritu del tiempo», marcado por inestabilidades e incertidumbre que llegan a todos los grupos sociales, aunque llegan a las clases populares con mayor fuerza, reflejando la desigualdad social (perversamente naturalizada).
Encontramos similitudes en los discursos de los jóvenes de los tres países, como el deseo de calificación profesional como un camino hacia la autonomía; el anhelo de independencia; el miedo a lo desconocido; el recelo de reproducir el modelo de escasez financiera experimentado en la relación con la familia y, aun así, una tenue esperanza en la realización de los sueños alimentados en una perspectiva que ve algo más allá de la mera supervivencia.
En cuanto a las diferencias, observamos que los jóvenes estudiantes brasileños, trabajadores a tiempo completo, ya estaban «cansados de la lucha» y, aunque tenían algo de esperanza, imaginaron un futuro de mucho esfuerzo personal e incluso un posible «aplazamiento» de los sueños, dadas las dificultades de todo tipo. Los jóvenes estudiantes portugueses revelaron su miedo a no obtener un lugar en el curso universitario deseado e, incluso, a no conseguir un trabajo en su país después de su calificación universitaria. En ese caso, el acto de emigrar no se asociaría con nuevas perspectivas de experiencia, sino con el sacrificio de dejar amigos, familiares e incluso la tierra natal, a cambio de un trabajo «con pocas garantías». Los jóvenes encuestados de España revelaron desconfianza asociada con la vida de los inmigrantes de las clases populares, considerándose «extraños en el nido», aquellos a quienes les tocan «las sobras de los nativos». Los nativos, por su parte, revelaron el miedo a no obtener una buena educación y, en consecuencia, un trabajo estable, dadas las condiciones económicas que enfrenta el país. Por lo tanto, temían llegar a reconocer en el esfuerzo de calificación «una gran frustración» o una «gran pérdida de tiempo».
Finalmente, los discursos referidos al Proyecto de vida de los jóvenes investigados también revelaron constituirse por medio de relaciones, vínculos y sus transformaciones. Así, el futuro, desde una perspectiva favorable y que se asemeja a un «sueño», parece apuntar a «nuevos amores», «nuevas amistades», «nuevos horizontes» e incluso la posibilidad de «aventurarse» en otros países, en viajes que podrían ofrecerles, además de un sustento financiero, «inspiración y crecimiento».
Autora: Rosane Castilho
Docente Titular de Psicología de la Universidad del Estado de Goiás. Investigadora de la línea «Juventudes, cultura y educación». Integrante del Observatorio Juventudes en la Contemporaneidad – Goiás.
Bibliografía:
CASTILHO, Rosane. Juventud y autoridad: consideraciones sobre el sujeto de la autoridad para la juventud contemporánea. Buenos Aires: Editorial Teseo, 2011.
CASTILHO, Rosane. Cartografias da condição juvenil. Goiânia: Cânone Editorial, 2019.
DUBET, François. Injustiças: a experiência das desigualdades no trabalho. Florianópolis: Editora UFSC, 2014.
MARCUS, George. Etnografía en/del sistema mundo. El surgimento de la etnografia multilocal. Revista Alteridades. Distrito Federal, México. V.11, n. 22, p. 111-127, jul./dic., 2001.
PAIS, José Machado. Ganchos, tachos e biscates: Jovens, trabalho e futuro. Porto: Ambar, 2005.
SIMMEL, Georg. Questões fundamentais de sociologia: indivíduo e sociedade. Rio de Janeiro: Zahar, 2006.